sábado, 2 de julio de 2011

LECTURA 2


  CAPÍTULO 2. IDENTIDAD CULTURAL, OTREDAD, ALTERIDAD

  1. DEFINICIÓN DE CONCEPTOS

IDENTIDAD

El término es antiguo y hace referencia a la mismeidad y a la continuidad de algo, en contraposición a la variedad y al cambio. En su sentido más general, es el sentido de pertenencia a una colectividad, a un sector social, a un grupo específico de referencia.

IDENTIDAD CULTURAL

El concepto es reciente, surge en Europa durante los años setentas, en el contexto de las reflexiones asociadas a la identidad colectiva, se forma principalmente a partir de análisis antropológicos sobre la etnicidad como forma de organización. También, surge de la interacción de los análisis psicosociales de las relaciones intergrupales y de los análisis sociológicos del nacionalismo en el sentido de pertenencia al modo de vida de un grupo, con el cual se comparten rasgos comunes como tradiciones, hábitos alimenticios, costumbres valores, creencias, estilos de vida y referentes materiales e inmateriales que el grupo ha creado o heredado.

La Identidad Cultural es un concepto que expresa una realidad que va de lo individual a lo grupal y que está en constante cambio por los factores internos y externos al grupo cultural.
La Identidad Cultural es múltiple y diversa, no es estática sino en constante movimiento, se construye y reconstruye a partir del encuentro con el otro

OTREDAD, ALTERIDAD


La otredad significa una clase especial de diferenciarse de los demás. Tiene que ver con la experiencia de lo que es extraño. Esta puede referirse a paisajes, climas, plantas y animales, formas y colores, vestimentas, olores y ruidos. Pero solamente las confrontaciones con las particularidades de otros seres humanos –idiomas, costumbres cotidianas, fiestas, ceremonias religiosas, o cualquier otra cosa- proporciona la verdadera experiencia de la extrañeza, a partir de esto, también se adquieren elementos no humanos que por sí mismos adquieren su calidad de otredad.

Por ende la alteridad capta el fenómeno de una forma especial. La Alteridad es la categoría central de una pregunta antropológica específica. Una persona reconocida como “el otro” no es considerado como tal en relación con sus particularidades individuales, y menos aún con las naturales si no como miembro de una comunidad, como portador de una cultura, como heredero de una tradición, como representante de una colectividad, como el punto nodal de una estructura de comunicación, como iniciado en un universo simbólico, como participante de una forma de vida distinta de otras, como resultado y creador de un proceso histórico específico, único e irrepetible

  1. DESARROLLO DEL TEMA

LA IDENTIDAD CULTURAL
Ya en el semestre anterior se trabajó ampliamente el concepto de cultura, por ello, solamente recordaremos el mismo a través de algunas definiciones básicas. La definición fundadora que nos propone Edward Burnett Tylor (1833-1917), quien dio en 1871 una primera definición de «cultura» que puede considerarse como clásica: cultura es «toda esa compleja totalidad que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, hábitos y capacidades cualesquiera adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad». De esta manera, la cultura se refiere a todos los conocimientos, capacidades, hábitos y técnicas adquiridos o heredados socialmente, es decir, no heredados biológicamente.
Sesenta años después, en un artículo de 1931 titulado “La cultura” Malinowski asegura que ésta “incluye los artefactos, los bienes, procedimientos técnicos, ideas, hábitos y valores heredados”. No es necesario estar de acuerdo con el evolucionismo decimonónico de Tylor ni con el funcionalismo de Malinowski para aceptar sus definiciones operativas de “cultura”.

En resumidas cuentas, parece que a lo largo de más de un siglo hay un acuerdo más o menos generalizado de que la cultura debe incluir, al menos los siguientes elementos:

*Normas
*Convenciones
*Costumbres
*Valores
*Creencias
*Instituciones
*Artefactos

En la formulación de nuestro PEA, “Para el saber antropológico la existencia social y material del ser humano no se detiene en el análisis de éste como grupo sino que implica un ser que habla, que es cuerpo al interior de una especie diversa, que crea objetos y que escribe lo que ve, lo que siente, lo que piensa, que crea códigos sociales y que elabora sus alimentos, en síntesis, un hombre de diferentes dimensiones ya establecidas y de otras que está por establecer. A todo lo anterior los antropólogos lo llamamos Cultura”.
En cualquier comunidad, pueblo o grupo de gentes, la práctica del arte, la moral, el derecho, las costumbres, las fiestas y ceremonias, etc. son algunos componentes que integran y dan cohesión al grupo, son elementos que proporcionan una identidad cultural.
La identidad cultural también expresa una manera de apropiarse de la naturaleza, así, los pueblos y los grupos de gentes, están asociados a sus calles, a sus edificios, a sus montañas, a sus lagos y mares, desiertos o selvas.
Por lo anterior, la identidad cultural obliga a la pertenencia con gentes semejantes y que comparten el conjunto general de actitudes y modos de ver. La identidad surge por diferenciación y como reafirmación frente al otro.
González Varas nos dice “La identidad cultural de un pueblo viene definida históricamente a través de múltiples aspectos en los que se plasma su cultura, como la lengua, instrumento de comunicación entre los miembros de una comunidad, las relaciones sociales, ritos y ceremonias propias, o los comportamientos colectivos, estos es los sistemas de valores y creencias (...) Un rasgo propio de estos elementos de identidad cultural es su carácter inmaterial y anónimo, pues son producto de la colectividad.
OTREDAD, ALTERIDAD
En la tradición antropológica, el Otro es el no occidental, el que no es europeo, el que es de cualquier otra parte del mundo. Así, el asiático, el americano, el africano, el australiano son considerados los otros en la perspectiva original del nacimiento de la antropología. El blanco europeo que mira a los, indígenas, nativos, aborígenes, etc., es decir a los no blancos de todo el mundo.
En México la otredad se expresa no desde la perspectiva del blanco hacia el no blanco, sino desde la perspectiva del mestizo, el mexicano resultado de la mezcla biológica, que se apropia de la visión blanca y la ejerce hacia la población indígena. Es el mestizo que desprecia al indígena y que ve en el blanco europeo o estadounidense el ejemplo a seguir. Para entender lo anterior es necesario establecer, que nuestro país está dividido en tres grandes grupos, esencialmente diferentes, con valores y expectativas distintas y con formas de vida igualmente contrastantes. Los mexicanos podemos ser mestizos, ser indígenas, o ser mexicanos con padres extranjeros. Federico Navarrete nos señala que, “en el caso del indígena o mestizo es disyuntiva que define nuestra identidad como personas y como miembros de nuestra sociedad.
Siguiendo a Navarrete, “... hay que señalar que los mestizos que supuestamente conforman la mayoría de los mexicanos, están en realidad divididos en muchos grupos diferentes e incluso opuestos entre si. Estos grupos se diferencian en primer lugar por su origen étnico, pues los hay descendientes de europeos, descendientes de africanos e inmigrantes venidos a nuestro país de lugares tan diversos, como China Japón, Líbano y Turquía. Igualmente los mestizos difieren entre sí por sus creencias religiosas, pues los hay católicos, protestantes, judíos, musulmanes y ateos. Lo mismo se puede decir de su cultura, pues hay quienes habitan en el campo y tienen una forma de vida tradicional, de hecho similar a la de muchos indígenas, y hay quienes viven en grandes ciudades y tienen una cultura cosmopolita. También hay diferencias de  cultura a nivel regional, pues no es lo mismo un mestizo de monterrey que uno de Chiapas o que uno que vive en Estados Unidos. Finalmente los mestizos mexicanos, están profundamente divididos entre ellos por su nivel de vida y por su clase social  pues la mayoría viven en condiciones de pobreza y privación mientras que una élite privilegiada goza de ilimitadas riqueza y abundancia.
Además “... los mestizos mexicanos están divididos por un profundo racismo, en el que los grupos más blancos, más ricos y con una cultura más occidental discriminan y desprecian a los grupos de piel más obscura, menor riqueza y una cultura más tradicional. Este racismo social se manifiesta en los medios de comunicación masiva y en la vida cotidiana y es un reflejo perverso de la profunda desigualdad que divide al México mestizo”. Federico Navarrete “Las Relaciones Interétnicas en México”.
En el caso de los hijos de extranjeros que han nacido en México o que han adoptado la nacionalidad mexicana, en principio desprecian a los mestizos mexicanos y según su grado de integración con los negocios, la política, el deporte, establecen vínculos de diverso tipo con la elite de los mestizos. Esta población no ha sido muy estudiada por los especialistas, sin embargo, sus conductas, pretensiones y prácticas políticas, las han llevado a dirigir grandes procesos sociales y culturales del país.
IDENTIDAD, ALTERIDAD Y ENFRENTAMIENTO CULTURAL
La identidad cultural del México actual es una identidad que refiere sueños, anhelos, búsquedas y todo ese conglomerado material e inmaterial que han surgido de los mestizos mexicanos.
Para entender la Alteridad, veamos como en toda la historia de América van acumulándose un conjunto de escritos que hablan de la extrañeza de los que aquí vivían y de los juicios y reflexiones que en diversa épocas han tratado de raro la identidad de los Otros.
Todorov Tzvetan escribe, “Los indios, físicamente desnudos, también son para los ojos de Colón, seres despojados de toda propiedad cultural: se caracterizan, en cierta forma, por la ausencia de costumbres, ritos, religión (lo que tiene cierta lógica, puesto que para un hombre como Colón, los seres humanos se visten después de su expulsión del paraíso, que a su vez es el origen de su identidad personal). Además también esta su forma de ver las cosas como le conviene, pero es significativo el hecho de que lo lleva a la imagen de la desnudés espiritual ´...me pareció que era muy pobre de todo´ escribe en el primer encuentro y también ´...me pareció que ninguna secta tenían´.
Para Cristóbal Colón la ausencia de ropa implica la ausencia de cultura, el estar desnudo no lo relaciona con el clima ni con la costumbre o con los criterios estéticos de los otros sino con la desnudes espiritual. La pobreza para la cultura que llega es porque no tienen costumbres ni ritos, ni sectas.
Para los europeos que llegaron es evidente que sus costumbres son las mejores, que sus tradiciones son ejemplares, que sus dioses son los verdaderos. Desde el principio hay un proceso para invalidar lo que no conocen,
Para Todorov es claro, “Por una parte, entonces, Colón quiere que los indios sean como él, y como los españoles. Es asimilacionista en forma inconsciente e ingenua; su simpatía por los indios se traduce “naturalmente” en el deseo de verlos adoptar las costumbres del europeo. Decide llevarse algunos indios a España ´para que volviendo sean lenguas de los cristianos y tomen nuestras costumbres y las cosas de la fe´. También es bueno, dice, para ´que hagan villas y se enseñen a andar vestidos y a nuestras costumbres´. Nunca hay una justificación de este deseo de hacer que los indios adopten las costumbres españolas; es una cosa evidente por sí misma”.
En la mayor parte de los cronistas y escritores del siglo XVI, existe la influencia de dos perspectivas que en Europa están presentes: la perspectiva medieval y la renacentista. Con la primera justifican la destrucción y explotación, con la segunda intentan explicarse  lo nuevo
Todorov dice “Así es como, por medio de deslizamientos progresivos, Colón va a pasar del asimilamiento, que implica igualdad de principio, a la ideología esclavista, y por lo tanto a la afirmación de la inferioridad de los indios. Eso ya se podía adivinar a través de algunos juicios sumarios que aparecen desde los primeros contactos. Para seguir siendo coherente con el mismo, Colón busca establecer distinciones sutiles entre indios inocentes, potencialmente cristianos, e indios idólatras, que practican el canibalismo, o indios pacíficos ( que se someten a su poder) e indios belicosos, que merecen ser castigados de inmediato; pero lo que importa es que ellos que no son ya cristianos solo pueden ser esclavos; no existe un tercer camino” .
Colón a lo largo de sus escritos señalará la bondad e inocencia de los indios sometidos, de aquellos que aparentaban seguir las costumbres de los españoles, pero de los indios que continuarán reivindicando su identidad y sus tradiciones, estos serán los enemigos a vencer.
“Toda la historia del descubrimiento de América, primer episodio de la conquista, lleva la marca de esta ambigüedad: la alteridad humana se revela y se niega a la vez. El año de 1492 simboliza ya, en la historia de España, este doble movimiento: en ese mismo año el país repudia a su otro interior al triunfar de los moros en la ultima batalla de Granada y al forzar a los judíos a dejar su territorio, y descubre al otro exterior, toda esta América que habrá de volverse latina. Sabemos que Colón mismo relaciona constantemente los dos hechos. La unidad de los dos actos, en la que Colón está dispuesto a ver la intervención divina reside en la propagación de la fe cristiana. A su manera, Colón mismo participa en esta doble movimiento. Como ya hemos visto, no percibe al otro, y le impone sus propios valores, pero el termino que mas frecuentemente emplea para referirse a si mismo y que osan también sus contemporáneos: el extranjero; y si tantos países han buscado el honor de su patria, es porque no tenían ninguna”.
La Antropología Mexicana reivindica a Bernardino de Sahagún como el primer escritor que presenta sus estudios y reflexiones como resultado de un minucioso trabajo etnográfico y de campo. Una buena cantidad de las actuales técnicas de trabajo de Campo, son ya utilizadas por el fraile franciscano para el conocimiento cultural del mundo mesoamericano.
Igual que Colón, Bernardino de Sahún llegará a valorar y reconocer un conjunto de valores y prácticas culturales de los pueblos antiguos, especialmente de los Aztecas, sin embargo, cuando se trata el asunto religioso, la identidad cristiana predomina en todas sus reflexiones, un ejemplo de ello es la siguiente:
“Hace muchos años, sobre unas meseta árida y templada, vivía, según dicen un pueblo extraño y perverso en quien la desgracia hizo presa. Engañado y ciego, renegó de su Dios y cayó en la tinieblas del pecado. Posesos por un extraño espíritu, los hombres adoraban a lucifer y a la iniquidad levantaron templos; vendieron su espíritu y consagraron su imperio al Maldito. Desde entonces, la tierra fue suya, y el barro en que amasaron sus ídolos. Sus razas indómitas, ávidas de poder, se esparcieron por los cuatro rumbos y cubrieron los campos con el culto al demonio. De día y de noche, por todo su imperio, el hombre, con diabólico frenesí, abría a sus hermanos los pechos ofreciendo a Satanás sus corazones y solazándose vilmente con sus cuerpos. Tal fue el desventurado imperio de los aztecas, la satánica raza de los mexicas”.
Las prácticas religiosas de los Aztecas alteran la cultura religiosa de los españoles, por ello es una raza satánica de adoradores del Diablo. Para los cristianos, el mexicano no solo es infiel como los moros, sino además viven poseídos por Lucifer al cual le dedican templos y ofrendas humanas.
El enfrentamiento cultural es claro, en una tierra extraña la única defensa para poder existir es acudiendo a todos los componentes materiales y espirituales de su identidad cultural. Y estos mismos se convierten en armas para enfrentar a la cultura ajena. Es evidente que la religión, en la incertidumbre de la vivencia fuera de sus fronteras, es un refugio y a su vez una herramienta ofensiva.
“En el umbral del reino de Satán, Fray Bernardino lanza su proclama; sus palabras anuncian el fin del imperio de Luzbel y el principio del reinado de Cristo: “Vosotros, los habitantes de esta Nueva España, que sois mexicanos, tlaxcaltecas, y los que habitáis en la tierra de Mechuacan, y todos los demás indios, de estas Indias occidentales, sabed: que todos habéis vivido en grandes tinieblas de infidelidad e idolatría en que os dejaron vuestros antepasados, como está claro por vuestras escrituras y pinturas y ritos idolátricos en que habéis vivido hasta ahora. Pues oíd ahora con atención, y atended con diligencia la misericordia que Nuestro Señor os ha hecho, por sola su clemencia, en que os ha enviado la lumbre de la fe católica, para que conozcáis que Él sólo es verdadero Dios, Creador y Redento, el cual sólo rige todo el mundo; y sabed, que los errores en que habéis vivido todo el tiempo pasado, os tienen ciegos y engañados; y para que entendáis la luz que os ha venido, conviene que creáis y con toda voluntad recibáis lo que aquí está escrito, que son palabras de Dios las cuales os envía vuestro rey y señor que está en España y el vicario de Dios, Santo Padre, que está en Roma, y esto es para que os escapéis de las manos del Diablo en que habéis vivido hasta ahora, y vayáis a reinar con Dios en el Cielo” (Villoro:1979:38)
En la perspectiva del Otro español, los indígenas habían estado engañados, no habían visto al verdadero Dios ni habían tenido un verdadero Rey, la única forma de escapar a las tinieblas de su pasado era aceptando al Rey de España y al Santo Padre de Roma, sola así podrían escapar de las manos del Diablo.
“¡Oh mal aventurados de aquellos que adoraron y reverenciaron y honraron a tan malas criaturas, y tan enemigos del género humano como son los diablos y sus imágenes y por honrarlos ofrecían su propia sangre y la de sus hijos, y los corazones de los prójimos, y los demandaban con gran humildad todas las cosas necesarias, pensando falsamente que ellos eran poderosos para les dar todos los bienes y librarlos de todos los males! Y para alcanzar esto hacían largas oraciones, y se afligían con muchos ayunos y vigilias y hacían otras muchas asperezas en sus cuerpos, y los ofrecían piedras preciosas y mantas ricas, y plumajes de gran valor, y flores y olores de mil maneras. Adornaban, honraban y reverenciaban a sus mortales enemigos que no solamente no merecen honra ni reverencia ninguna, pero merecen ser aborrecidos, detestados y abominados por ser malditos y enemigos de Dios y de todos los hombres” (Sahagún:1946:58).
Toda la Historia de la Nueva España es un continuo esfuerzo por parte de los españoles para extirpar las prácticas culturales indígenas que Alteran el modo de vida europeo. La religión es el eje mas conocido e impactante, pero también esta, las formas de gobierno, las prácticas productivas, la alimentación, la diversidad de Instituciones, etc.
ALTERIDAD Y OTREDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD MEXICANA
El balance todavía no se ha hecho. En este enfrentamiento cultural, el Español nunca impuso su cultura, los indígenas nunca han dejado de practicar su cultura, en las dos culturas hubo cambios y modificaciones importantes. Lo que sí resultó fue una nueva cultura, la cultura actual mexicana, que se inició con el proceso de mestizaje biocultural del cual hemos hablado ampliamente en el capítulo anterior.
Es necesario insistir que la actual identidad cultural mexicana es un resultado de la exclusión de los Otros (indígenas y europeos) en la construcción de la identidad nacional. En el proceso de Independencia Mexicana de 1810, no participan los intereses ni las perspectivas de los grupos no mestizos, independientemente que si lo hacen como soldados.
Para entender los grandes debates que concluyen en el México de hoy, es necesario reflexionar algunas lecturas que lo refieren, por ello presentamos tres ejemplos.

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